Toda guerra comienza con una sola batalla. Una de las batallas más brutales para la mayoría de las personas es la que se libra en sus mentes. La mayoría de las personas tienen problemas con sus pensamientos porque no captan sus pensamientos lo suficientemente pronto. Si los pensamientos erróneos continúan, esto los llevará a hacer cosas incorrectas.
Hay tres pasos que uno debe seguir para finalmente tomar el control de su vida mental.
Paso 1: Confiesa tus pecados a Dios.
Debes admitir que has tenido dificultades para controlar tus pensamientos y que has pecado contra el Señor y contra los demás a través de tus acciones. Cuando identificas estos pecados, debes confesarlos y arrepentirte (decidir dejar de hacerlo). Levítico 5:5 dice: “Cuando te des cuenta de tu culpa en cualquiera de estas cosas, debes confesar tu pecado”. Tómate el tiempo para buscar la ayuda del Espíritu Santo pidiendo la fuerza y el poder necesarios para hacer estos cambios.
Paso n.° 2: Haz una lista de mentiras y excusas.
Admítelas y, lo que es más importante, deja de usarlas. A continuación, se ofrecen varios ejemplos:
- “No merezco ser amado”.
- “Nunca llegaré a nada.”
- “Soy mercancía dañada.”
- “Los amo, así que el sexo está bien”.
- “Puedo detener esto cuando quiera”.
- “Todo el mundo lo está haciendo.”
Paso n.° 3: Evaluar el diálogo interno.
Uno debe ser consciente de lo que se dice a sí mismo, porque su diálogo interno influye significativamente en cómo piensa, siente y actúa. Si uno se menosprecia constantemente, ya sea en su cabeza o en voz alta ante los demás, es más probable que termine en relaciones no saludables porque no cree que merece nada mejor. Sin embargo, si uno dice afirmaciones bíblicas y veraces sobre sí mismo en su cabeza, es más probable que confronte a las personas tóxicas, se enfrente a ellas y forje relaciones más saludables.
Cuando uno confiesa sus pecados a Dios, hace una lista de las mentiras y excusas que ha creído y evalúa su diálogo interno, comienza a cambiar sus pensamientos.
Cambie sus pensamientos y cambiará su mundo.
Aldo Díaz
Newlife Ministries
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